jueves, 23 de octubre de 2008

Se va, se va, se fue

Hace un mes amanecería celeste. Pero no llegaste a verlo. No pudiste imaginar un cielo abierto, diáfano. Lo veías cargado de nubes, de chaparranos aislados y tormentas intensas. Veías también algunos soles. Pero sentiste el peso del gris por sobre la suavidad del celeste. Hace un mes el teléfono me sacó de mis sueños para arrojarme a mi pesadilla. Hoy, me enfrento la garras del dolor. Sacuden mi ser, mis estantes, mis estructuras. Sigue el fuego arrasándolo todo a su paso. Sin embargo, tengo algunos paliativos. Pero no hacen nada, es más, creo que a veces encienden más fogatas.

Uno de esos paliativos es una canción. Es un tango electrónico, quizá se pueda decir moderno. El tango raramente es esperanzador, pero de algún modo este lo es. Se me llena el corazón de esta música e intento aferrarme al "si todo empieza y todo tiene un final, hay que pensar que la tristeza también se va, se va, se fue". Intento, intento. No puedo. El corazón está partido, diseminado por ahí. Son migajas de las migajas que habían sido. El dolor no me es ajeno, ni desconocido, pero no por ello deja de doler. La esperanza está, queda seguir, juntar las migajas y ponerlo fuerte otra vez. Con lo que se tenga, con lo que se pueda. No tengo mucho, pero sí suficiente. Claro que la música no lo es todo, tan sólo una excusa para llorar, a mi modo, con letras.




Se va, se va, se fue

Con el anhelo dirigido hacia ti
yo estaba sólo, en un rincón del café
cuando de pronto oí unas alas batir,
como si un peso comenzara a ceder,

se va,
se va,
se fue…

Tal vez fue algo de la puesta de sol,
o algún efecto secundario del té,
pero lo cierto es que la pena voló
y no importó ya ni siquiera porqué,

se va,
se va,
se fue…

Algunas veces, mejor no preguntar,
por una vez que algo sale bien,
si todo empieza y todo tiene un final,
hay que pensar que la tristeza también

se va,
se va,
se fue…

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